Venezuela podría terminar importando gasolina como consecuencia del lamentable estado de sus refinerías.
Tres de ellas están en serios problemas. Se trata de las refinerías de Amuay, que hace parte del complejo de Paraguaná, de Cardon y de El Palito. La producción en la primera de ellas, cuya capacidad es de 108.000 barriles diarios, se ha interrumpido repetidamente en los últimos meses. Existe la impresión de que está al borde de un colapso final. En el caso de Cardon, cuya capacidad es de 77.000 barriles diarios, fue cerrada en 2008 para mantenimiento y PDVSA no da razón de cuándo volverá a entrar en operación. Por su lado, EL Palito fue cerrada en marzo de 2009 y su reapertura ha sido postergada indefinidamente.
Estamos hablando de un país cuyo mandatario ha recorrido todo el Continente repartiendo gasolina barata a cambio de influencia política regional. Se trata del mismo personaje que le ofreció 8 refinerías a igual número de países de América Latina y del Caribe, al tiempo que ni siquiera ha sido capaz de construir una nueva en su país y de administrar adecuadamente las que están bajo su directa responsabilidad.
Según PDVSA, la producción de gasolina de Venezuela fue de 408.000 barriles diarios en 2008 (cifra no confirmada por fuentes imparciales), mientras que el consumo ha crecido aceleradamente y alcanzó 287.000 barriles diarios. La gasolina allá es prácticamente regalada (17 centavos de dólar el galón). Y es también regalada la que manda a Cuba, Nicaragua y otros países. Pero cada vez le quedan a Chávez menos galones excedentes para comprar apoyo regional.
Hugo Chávez se la pasa diciendo que Venezuela es uno de los países más ricos del mundo en reservas de petróleo y gas natural. Y lo es, nadie le discute eso. Pero esa riqueza hay que saberla explotar. La capacidad de producción petrolera de su país es hoy en día menor en una tercera parte de la que era a finales de los años noventa. El sistema de refinerías está cada vez más deteriorado. Y para atender las necesidades domésticas de gas natural (especialmente el gas que requieren los pozos petroleros del occidente del país), depende actualmente de las importaciones provenientes de Colombia.
Al paso que van las tendencias, la Venezuela de Hugo Chávez terminaría importando gasolina de Colombia, al igual de lo que ya sucede con el gas natural y con otra infinidad de bienes y servicios que el golpeado sistema productivo de su país es hoy en día incapaz de proveer.
Estamos hablando de un país cuyo mandatario ha recorrido todo el Continente repartiendo gasolina barata a cambio de influencia política regional. Se trata del mismo personaje que le ofreció 8 refinerías a igual número de países de América Latina y del Caribe, al tiempo que ni siquiera ha sido capaz de construir una nueva en su país y de administrar adecuadamente las que están bajo su directa responsabilidad.
Según PDVSA, la producción de gasolina de Venezuela fue de 408.000 barriles diarios en 2008 (cifra no confirmada por fuentes imparciales), mientras que el consumo ha crecido aceleradamente y alcanzó 287.000 barriles diarios. La gasolina allá es prácticamente regalada (17 centavos de dólar el galón). Y es también regalada la que manda a Cuba, Nicaragua y otros países. Pero cada vez le quedan a Chávez menos galones excedentes para comprar apoyo regional.
Hugo Chávez se la pasa diciendo que Venezuela es uno de los países más ricos del mundo en reservas de petróleo y gas natural. Y lo es, nadie le discute eso. Pero esa riqueza hay que saberla explotar. La capacidad de producción petrolera de su país es hoy en día menor en una tercera parte de la que era a finales de los años noventa. El sistema de refinerías está cada vez más deteriorado. Y para atender las necesidades domésticas de gas natural (especialmente el gas que requieren los pozos petroleros del occidente del país), depende actualmente de las importaciones provenientes de Colombia.
Al paso que van las tendencias, la Venezuela de Hugo Chávez terminaría importando gasolina de Colombia, al igual de lo que ya sucede con el gas natural y con otra infinidad de bienes y servicios que el golpeado sistema productivo de su país es hoy en día incapaz de proveer.