Se involucra con la oposición y se embarca en una guerra comercial contra Colombia con la ayuda del gobierno de Argentina.
¿Qué tal que el Presidente Álvaro Uribe hiciera una reunión en el Palacio de Nariño con los distintos grupos que se oponen a Chávez, y se la televisara a todo el Continente? Pues bien, eso hizo Chávez con la oposición colombiana en el Palacio de Miraflores. Eso es meterse en la política interna de otro país. Ningún Presidente de América Latina se atrevería a convocar la oposición de un Presidente vecino, para analizar y enjuiciar su política exterior.
No contento con lo anterior, el Presidente de Venezuela Hugo Chávez , como mico en pesebre o sargento en cuartel, dio la orden de dejar de comprarle a Colombia. Se trata de algo así como US$6.000 millones en bienes y servicios. Colombia nunca ha restringido ni perseguido a empresas o intereses económicos venezolanos y , sin embargo, los altos funcionarios (o sátrapas gubernamentales) de ese país llevan años entorpeciendo el comercio colombiano. Este tipo de guerra comercial, que afecta a todos los colombianos sin distinciones de ingreso, es el que actualmente libra Venezuela contra Colombia. ¿Qué otro país de América Latina permitiría dejar pasar como si nada una agresión de tan tamaña proporción de otro país vecino, sin tomar represalias?
¿Qué pasaría en otro lugar de América Latina si el Presidente de un país vecino condicionara las decisiones autónomas o soberanas de un gobierno que no es el suyo? Puede que a los colombianos no les guste la forma brutal y atrabiliaria como Chávez acalló a una multitud de cadenas radiales que eran parte integral del alma cultural del pueblo venezolano. Pero la indignación que en Colombia produjo esa represión, no se transformó en salidas del gobierno colombiano condenando el cierre de dichas cadenas radiales.
¿Quién en América Latina puede dictarle cátedra a Colombia sobre cómo combatir el narcotráfico y el terrorismo? La responsabilidad de tan compleja tarea le corresponde al Presidente de Colombia, el mismo que eligen los ciudadanos colombianos. Pero, además, ¿quién tiene los medios y la disposición para ayudarle a Colombia en esa lucha?
La ayuda militar de Estados Unidos a Colombia es tema que atañe a los colombianos primordialmente. No es ayuda para invadir al vecino. Colombia nunca lo ha hecho. Como tampoco en Colombia se considera que las aburguesadas Fuerzas Armadas de Venezuela sean capaces de invadirla, así compren todo el armamento que Rusia les quiera proveer.
Hugo Chávez arremete constantemente contra Colombia en sus largas intervenciones públicas. En Colombia, ya no se le pone mucha atención a sus insultos y peroratas de cuartel. Hasta interesante va a ser observar el resultado práctico de la decisión de traspasarle todo el comercio de Colombia a Argentina. Con esta acción, Argentina se convirtió en país peón de la guerra comercial que Chávez unilateralmente le ha declarado a Colombia. Ningún país del mundo puede cohonestarse con otro para lesionar los intereses comerciales y económicos de un tercero, de la manera como el gobierno de Argentina lo pretende hacer con Colombia.
Si el comercio fuera una “guerra”, tal como lo interpreta la extrema izquierda de América Latina, el gobierno de Colombia debería prohibir las importaciones de Venezuela y Argentina y entregárselas a México y Perú. Obviamente nunca lo hará porque esa medida de Chávez y cohonestada por Cristina Fernández de Kirchner viola el espíritu de todos los tratados comerciales internacionales, incluido el de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Pero tampoco lo haría, porque constituye un perjuicio económico para los pueblos de ambos países —y muy especialmente los de frontera— al impedirles ganarse su sustento con el desarrollo de una actividad legítima. Y como si lo anterior fuera poco, porque la aplicación de una medida de esas, que no es otra cosa que establecer muros de Berlín en los sitios fronterizos más poblados, se presta a represiones policiales violatorias de derechos humanos.
No contento con lo anterior, el Presidente de Venezuela Hugo Chávez , como mico en pesebre o sargento en cuartel, dio la orden de dejar de comprarle a Colombia. Se trata de algo así como US$6.000 millones en bienes y servicios. Colombia nunca ha restringido ni perseguido a empresas o intereses económicos venezolanos y , sin embargo, los altos funcionarios (o sátrapas gubernamentales) de ese país llevan años entorpeciendo el comercio colombiano. Este tipo de guerra comercial, que afecta a todos los colombianos sin distinciones de ingreso, es el que actualmente libra Venezuela contra Colombia. ¿Qué otro país de América Latina permitiría dejar pasar como si nada una agresión de tan tamaña proporción de otro país vecino, sin tomar represalias?
¿Qué pasaría en otro lugar de América Latina si el Presidente de un país vecino condicionara las decisiones autónomas o soberanas de un gobierno que no es el suyo? Puede que a los colombianos no les guste la forma brutal y atrabiliaria como Chávez acalló a una multitud de cadenas radiales que eran parte integral del alma cultural del pueblo venezolano. Pero la indignación que en Colombia produjo esa represión, no se transformó en salidas del gobierno colombiano condenando el cierre de dichas cadenas radiales.
¿Quién en América Latina puede dictarle cátedra a Colombia sobre cómo combatir el narcotráfico y el terrorismo? La responsabilidad de tan compleja tarea le corresponde al Presidente de Colombia, el mismo que eligen los ciudadanos colombianos. Pero, además, ¿quién tiene los medios y la disposición para ayudarle a Colombia en esa lucha?
La ayuda militar de Estados Unidos a Colombia es tema que atañe a los colombianos primordialmente. No es ayuda para invadir al vecino. Colombia nunca lo ha hecho. Como tampoco en Colombia se considera que las aburguesadas Fuerzas Armadas de Venezuela sean capaces de invadirla, así compren todo el armamento que Rusia les quiera proveer.
Hugo Chávez arremete constantemente contra Colombia en sus largas intervenciones públicas. En Colombia, ya no se le pone mucha atención a sus insultos y peroratas de cuartel. Hasta interesante va a ser observar el resultado práctico de la decisión de traspasarle todo el comercio de Colombia a Argentina. Con esta acción, Argentina se convirtió en país peón de la guerra comercial que Chávez unilateralmente le ha declarado a Colombia. Ningún país del mundo puede cohonestarse con otro para lesionar los intereses comerciales y económicos de un tercero, de la manera como el gobierno de Argentina lo pretende hacer con Colombia.
Si el comercio fuera una “guerra”, tal como lo interpreta la extrema izquierda de América Latina, el gobierno de Colombia debería prohibir las importaciones de Venezuela y Argentina y entregárselas a México y Perú. Obviamente nunca lo hará porque esa medida de Chávez y cohonestada por Cristina Fernández de Kirchner viola el espíritu de todos los tratados comerciales internacionales, incluido el de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Pero tampoco lo haría, porque constituye un perjuicio económico para los pueblos de ambos países —y muy especialmente los de frontera— al impedirles ganarse su sustento con el desarrollo de una actividad legítima. Y como si lo anterior fuera poco, porque la aplicación de una medida de esas, que no es otra cosa que establecer muros de Berlín en los sitios fronterizos más poblados, se presta a represiones policiales violatorias de derechos humanos.