Lo más probable es que en abril elija como Presidente al socialista Francois Hollande, un político de la vieja escuela que lo único que sabe es gastar.
Cada pueblo se merece el gobernante que tiene. Los franceses se acostumbraron de tiempo atrás a vivir bajo la sombra de un Estado Niñera, a través del cual reciben toda clase de beneficios sociales sin la correspondiente contraprestación en términos de aporte productivo.
Para efectos prácticos Francia está quebrada. Su deuda total (pública más privada) se aproximaba a comienzos de 2012 a 340% del PIB. Su deuda externa total (pública más privada) a cerca de 200% del PIB. Su deuda pública está por los alrededores de 90% del PIB. Es un país que utilizó el buen crédito que llegó a tener para vivir muy por encima de sus medios.
Ante esta situación, la conclusión obvia es que el país necesita de un gran ajustón. Necesita implementar un esquema económico que promueva el ahorro y desestimule el endeudamiento. El propio Nicolas Sarkozy lo ha sugerido, sin atreverse a hacer mucho.
El problema es que los políticos franceses llevan décadas desempeñando el cómodo papel de niñeros. Ante cualquier berrinche de la población, golosina inmediata. De golosina en golosina los franceses se han convertido en uno de los pueblos más mimados del planeta.
Todo político francés que aspire a Niñero Jefe tiene que ofrecer más de lo mismo. El ciudadano francés se acostumbró a que por su simple condición de tal tiene derecho a beneficios sociales crecientes, sin importar la productividad ni los cambios en el entorno externo inducidos por fenómenos como la globalización.
De hecho, la gran mayoría de los franceses consideran que sus conquistas sociales son irreversibles, pase lo que pase. La exigencia principal que le hacen al Niñero Jefe es el de mantenerlas y acrecentarlas.
Sin embargo, lo cierto es que Francia se estancó hace ya un tiempo, que su productividad no avanza, y que cada vez es más difícil elevar impuestos y mas inviable financiar los gigantescos déficit con deuda. Por primera vez desde el inicio del Estado Niñera prevalece un cierto ambiente de desconcierto. Hay la sensación de que algo no anda bien, pero no hay quien con autoridad se atreva a decirlo de frente, en voz alta. No hay quien le informe a la gente que el modelo de Estado Niñera simplemente dejó de ser sostenible.
Francia llega, entonces, a las elecciones presidenciales de abril de 2012 en un estado de ánimo poco propicio para la reelección de Sarkozy. Lo más probable es que elija a Hollande. ¿Y cuál es el programa de gobierno de este nuevo aspirante a Niñero Jefe? Crear la bicoca de 20.000 plazas adicionales de maestros que le costarán al fisco 20.000 millones de euros anuales. Generar la pendejadita de 150.000 nuevos puestos en el sector público. Y como si lo anterior no fuera suficiente, reducir la edad de pensión de 62 años a 60 años.
(En el Estado Niñera se considera que a medida que aumenta la expectativa de vida de la población se debe recortar el número de años de trabajo, y cada año de trabajo debe ser con una semana laboral cada vez mas corta, la que en Francia es de apenas 35 horas).
Sin duda la propuesta de Hollande resulta especialmente atrevida si se considera que su país se encuentra en plena crisis fiscal y de deuda. El gasto público en Francia es ya uno de los más altos del planeta: 56% del PIB. Lo mismo se puede decir del nivel de la tributación. Sin embargo, el Estado Niñera es insaciable. Hollande propone elevar todavía más la tributación a los ricos y clavarle un impuesto a las transacciones financieras.
A medida que Hollande se derrama en promesas, los dependientes del Estado Niñera responden con un creciente apoyo en las encuestas. No se dan por enterados de que existe un “pequeñísimo” problema, y es que el país esta financieramente quebrado. Que ya no es posible acudir a un creciente endeudamiento. Que sin rectificación en su rumbo Francia arrastrará a la zona euro a un catastrófico final. Que el modelo ya no da mas. Que es la hora de enfrentar la dura realidad.
Pero mejor vivir en estado de negación. Al igual que griegos, irlandeses, portugueses, italianos y españoles, hasta que tuvieron que darse por enterados de que efectivamente la crisis tenía que ver con ellos, cuando finalmente les estalló en la cara.
Para efectos prácticos Francia está quebrada. Su deuda total (pública más privada) se aproximaba a comienzos de 2012 a 340% del PIB. Su deuda externa total (pública más privada) a cerca de 200% del PIB. Su deuda pública está por los alrededores de 90% del PIB. Es un país que utilizó el buen crédito que llegó a tener para vivir muy por encima de sus medios.
Ante esta situación, la conclusión obvia es que el país necesita de un gran ajustón. Necesita implementar un esquema económico que promueva el ahorro y desestimule el endeudamiento. El propio Nicolas Sarkozy lo ha sugerido, sin atreverse a hacer mucho.
El problema es que los políticos franceses llevan décadas desempeñando el cómodo papel de niñeros. Ante cualquier berrinche de la población, golosina inmediata. De golosina en golosina los franceses se han convertido en uno de los pueblos más mimados del planeta.
Todo político francés que aspire a Niñero Jefe tiene que ofrecer más de lo mismo. El ciudadano francés se acostumbró a que por su simple condición de tal tiene derecho a beneficios sociales crecientes, sin importar la productividad ni los cambios en el entorno externo inducidos por fenómenos como la globalización.
De hecho, la gran mayoría de los franceses consideran que sus conquistas sociales son irreversibles, pase lo que pase. La exigencia principal que le hacen al Niñero Jefe es el de mantenerlas y acrecentarlas.
Sin embargo, lo cierto es que Francia se estancó hace ya un tiempo, que su productividad no avanza, y que cada vez es más difícil elevar impuestos y mas inviable financiar los gigantescos déficit con deuda. Por primera vez desde el inicio del Estado Niñera prevalece un cierto ambiente de desconcierto. Hay la sensación de que algo no anda bien, pero no hay quien con autoridad se atreva a decirlo de frente, en voz alta. No hay quien le informe a la gente que el modelo de Estado Niñera simplemente dejó de ser sostenible.
Francia llega, entonces, a las elecciones presidenciales de abril de 2012 en un estado de ánimo poco propicio para la reelección de Sarkozy. Lo más probable es que elija a Hollande. ¿Y cuál es el programa de gobierno de este nuevo aspirante a Niñero Jefe? Crear la bicoca de 20.000 plazas adicionales de maestros que le costarán al fisco 20.000 millones de euros anuales. Generar la pendejadita de 150.000 nuevos puestos en el sector público. Y como si lo anterior no fuera suficiente, reducir la edad de pensión de 62 años a 60 años.
(En el Estado Niñera se considera que a medida que aumenta la expectativa de vida de la población se debe recortar el número de años de trabajo, y cada año de trabajo debe ser con una semana laboral cada vez mas corta, la que en Francia es de apenas 35 horas).
Sin duda la propuesta de Hollande resulta especialmente atrevida si se considera que su país se encuentra en plena crisis fiscal y de deuda. El gasto público en Francia es ya uno de los más altos del planeta: 56% del PIB. Lo mismo se puede decir del nivel de la tributación. Sin embargo, el Estado Niñera es insaciable. Hollande propone elevar todavía más la tributación a los ricos y clavarle un impuesto a las transacciones financieras.
A medida que Hollande se derrama en promesas, los dependientes del Estado Niñera responden con un creciente apoyo en las encuestas. No se dan por enterados de que existe un “pequeñísimo” problema, y es que el país esta financieramente quebrado. Que ya no es posible acudir a un creciente endeudamiento. Que sin rectificación en su rumbo Francia arrastrará a la zona euro a un catastrófico final. Que el modelo ya no da mas. Que es la hora de enfrentar la dura realidad.
Pero mejor vivir en estado de negación. Al igual que griegos, irlandeses, portugueses, italianos y españoles, hasta que tuvieron que darse por enterados de que efectivamente la crisis tenía que ver con ellos, cuando finalmente les estalló en la cara.
(Advertencia: lanota.com sólo utiliza este nombre. No tiene relación alguna con portales o empresas que emplean la palabra lanota en otras combinaciones de nombres).