Un primer estimativo sitúa el déficit de la cuenta comercial externa en US$11,804 millones (4,1% del PIB). Aunque menor que el de 2015 continúa siendo insosteniblemente alto.
En 2016 las importaciones de bienes cayeron 17%, en tanto que las exportaciones de bienes lo hicieron en 13%. Los mayores déficit comerciales fueron con China (–US$7.117 millones), México (–US$2.361 millones), Estados Unidos (–US$1.423 millones), Unión Europea (–US$1.066 millones), Brasil (–US$1.035 millones), India (–US$683 millones), Japón (–US$629 millones), Vietnam (–US$447 millones), Corea (–US$431 millones), y Taiwán (–US$374 millones).
Los mayores superávit comerciales fueron con Panamá (+US$1.883 millones), Turquía (+US$546 millones), Venezuela (+US$444 millones), Ecuador (+US$420 millones), Perú (+US$392 millones), y Puerto Rico (+US$269 millones).
En realidad el tamaño de la brecha comercial del año pasado superó las expectativas que la colocaban por debajo de 3% del PIB y constituye un indicio de que todavía es temprano para que las autoridades monetarias se embarquen en una política monetaria expansiva (una política de estímulo al gasto). En otras palabras, el ajuste del sector externo está a medio camino y lo único que lo atenuaría sería una firme recuperación de los precios internacionales del petróleo y de otros productos tradicionales de exportación, escenario al que al menos por ahora no se le asignan muchas probabilidades.
Los mayores superávit comerciales fueron con Panamá (+US$1.883 millones), Turquía (+US$546 millones), Venezuela (+US$444 millones), Ecuador (+US$420 millones), Perú (+US$392 millones), y Puerto Rico (+US$269 millones).
En realidad el tamaño de la brecha comercial del año pasado superó las expectativas que la colocaban por debajo de 3% del PIB y constituye un indicio de que todavía es temprano para que las autoridades monetarias se embarquen en una política monetaria expansiva (una política de estímulo al gasto). En otras palabras, el ajuste del sector externo está a medio camino y lo único que lo atenuaría sería una firme recuperación de los precios internacionales del petróleo y de otros productos tradicionales de exportación, escenario al que al menos por ahora no se le asignan muchas probabilidades.