El Presidente de Venezuela que se reunió en Santa Marta con el Presidente Juan Manuel Santos es el mismo de otras cumbres bilaterales.
Con el Presidente Andrés Pastrana en su momento, con el Presidente Álvaro Uribe en varias ocasiones, y ahora con Santos, la misma efusividad, la misma carreta sobre la hermandad de dos pueblos hermanos, las mismas promesas, los mismos chistes flojos.
Una vez más se abre un compás de espera sobre la eventual colaboración del gobierno de Venezuela en los temas álgidos que tiene con Colombia. Por ahora sólo cabe ser escéptico en relación con la conducta de un personaje que cambia de opinión y de humor cada semana y que lo único que le interesa es promover y acrecentar su poder, por encima de cualquier consideración relacionada con el bienestar de los pueblos.
Otros gobiernos como el de España no han logrado avanzar mayormente en temas como el pago de las deudas de Venezuela a empresas de ese país. Tampoco en materia de protección y refugio a miembros de grupos terroristas como ETA.
Santos, con su estilo ejecutivo, trató de apuntalar los resultados de la reunión de Santa Marta con la creación de cinco comisiones que tratarán de los temas bilaterales relacionados con seguridad, inversión social en la frontera, infraestructura fronteriza, pago de deuda a empresas colombianas, y un convenio comercial que reemplace al de la Comunidad Andina.
¿Cuánto se avanzará en todos estos vitales temas? Seguramente habrá relaciones comerciales más fluidas en la frontera y el pago de una parte de la deuda a empresas colombianas, que algunos estiman en más de US$800 millones. Pero en las demás áreas, mucho dependerá de los resultados de la elección para la Asamblea Nacional que tendrá lugar el 26 de septiembre.
Si Chávez sale fortalecido de esas elecciones, dilatará el cumplimiento de las promesas hechas en Santa Marta. Lo hará de manera diplomática, si el gobierno de Colombia no protesta. Pero con desplantes de todo tipo, si Santos o sus funcionarios se quejan. La misma película, sólo que con Santos en lugar de Uribe.
No hay que olvidar que Chávez fue todo cordialidad con un Barack Obama recién posicionado (también le regaló un libro), pero posteriormente lo ha tratado igual que a George W. Bush. En ese momento muchos medios de comunicación dijeron que una nueva era se iniciaba en las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela.
Sin embargo, si a Chávez no le va bien en las elecciones de Asamblea, es decir si la oposición obtiene alrededor de la mitad de los escaños, entonces temas como el de la presencia de las FARC en territorio venezolano se volverán asuntos importantes de debate interno. Le será todavía más difícil a Chávez tapar el sol con las manos dentro y fuera de su país.
Igual sucederá con otros controvertidos temas de política internacional. Esta situación obligaría a Chávez a limar asperezas con la comunidad internacional. A intentar actuar como jefe de estado, en lugar de camorrista de barrio, todo con miras a lograr su reelección en 2012.
Una vez más se abre un compás de espera sobre la eventual colaboración del gobierno de Venezuela en los temas álgidos que tiene con Colombia. Por ahora sólo cabe ser escéptico en relación con la conducta de un personaje que cambia de opinión y de humor cada semana y que lo único que le interesa es promover y acrecentar su poder, por encima de cualquier consideración relacionada con el bienestar de los pueblos.
Otros gobiernos como el de España no han logrado avanzar mayormente en temas como el pago de las deudas de Venezuela a empresas de ese país. Tampoco en materia de protección y refugio a miembros de grupos terroristas como ETA.
Santos, con su estilo ejecutivo, trató de apuntalar los resultados de la reunión de Santa Marta con la creación de cinco comisiones que tratarán de los temas bilaterales relacionados con seguridad, inversión social en la frontera, infraestructura fronteriza, pago de deuda a empresas colombianas, y un convenio comercial que reemplace al de la Comunidad Andina.
¿Cuánto se avanzará en todos estos vitales temas? Seguramente habrá relaciones comerciales más fluidas en la frontera y el pago de una parte de la deuda a empresas colombianas, que algunos estiman en más de US$800 millones. Pero en las demás áreas, mucho dependerá de los resultados de la elección para la Asamblea Nacional que tendrá lugar el 26 de septiembre.
Si Chávez sale fortalecido de esas elecciones, dilatará el cumplimiento de las promesas hechas en Santa Marta. Lo hará de manera diplomática, si el gobierno de Colombia no protesta. Pero con desplantes de todo tipo, si Santos o sus funcionarios se quejan. La misma película, sólo que con Santos en lugar de Uribe.
No hay que olvidar que Chávez fue todo cordialidad con un Barack Obama recién posicionado (también le regaló un libro), pero posteriormente lo ha tratado igual que a George W. Bush. En ese momento muchos medios de comunicación dijeron que una nueva era se iniciaba en las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela.
Sin embargo, si a Chávez no le va bien en las elecciones de Asamblea, es decir si la oposición obtiene alrededor de la mitad de los escaños, entonces temas como el de la presencia de las FARC en territorio venezolano se volverán asuntos importantes de debate interno. Le será todavía más difícil a Chávez tapar el sol con las manos dentro y fuera de su país.
Igual sucederá con otros controvertidos temas de política internacional. Esta situación obligaría a Chávez a limar asperezas con la comunidad internacional. A intentar actuar como jefe de estado, en lugar de camorrista de barrio, todo con miras a lograr su reelección en 2012.