Hace tres o cuatro años si lo era. Gracias a las arbitrariedades de Hugo Chávez ya no lo es. Colombia superó esa dependencia en muy corto tiempo.
En un momento dado daba la impresión que todo el esfuerzo exportador industrial y agropecuario de los empresarios colombianos se concentraba en Venezuela. Debido a las represalias de Chávez, actualmente ese esfuerzo se ha redirigido hacia mercados confiables, con reglas de juego claras y donde tener éxito constituye un logro duradero en materia de innovación y competitividad (y no simplemente la habilidad de hacerse a unos beneficios cambiarios).
Los exportadores no tradicionales colombianos por fin están abriendo sus ojos a nuevos mercados como Brasil, Chile, Perú, Centroamérica, México, Canadá y China. Y están intensificando esfuerzos en los mercados más tradicionales de Estados Unidos y la Unión Europea.
El gobierno de Hugo Chávez ha estatizado a la economía venezolana. Los exportadores colombianos, si persisten en ese mercado, tendrán que vérselas de manera creciente con el corrupto gobierno venezolano. Se trata de un gobierno arbitrario, que en cualquier momento por un capricho personal o político, puede expropiar la mercancía y no pagarla, o interrumpir abruptamente los envíos. Venezuela se ha convertido en un mercado de alto riesgo que no ofrece garantías de estabilidad y de resolución imparcial de conflictos.
Chávez ha empobrecido a Venezuela, no hay dólares para pagar las importaciones, su PIB lleva cuatro trimestres consecutivos de caída y no se ve la luz al final del túnel.
Chávez está empeñado en montar un sistema totalitario comunista al estilo de Cuba. Piensa emular a Fidel Castro y quedarse en el poder por décadas. Aunque no se sabe si tendrá éxito en este empeño, por ahora hay que darle el beneficio de la duda.
Así las cosas, Venezuela ya no es el mercado atractivo para Colombia que fuera hace unos años. No es el fin del mundo. La economía colombiana y sus exportaciones están creciendo, no obstante que las exportaciones a Venezuela se han reducido a un mínimo. Por otro lado, Colombia cada vez importa menos de ese país, principalmente porque Venezuela dejó de producir lo que demanda Colombia.
En los primeros cinco meses de 2010 las importaciones provenientes de Venezuela ascendieron a US$113 millones de un total de importaciones de US$14.332 millones, o sea apenas el 0,8%. En ese mismo período, las exportaciones colombianas a ese país fueron US$652 millones de un total de exportaciones de US$16.137 millones, es decir, solamente 4%.
A pesar de este reducido nivel de comercio con Venezuela, las exportaciones totales colombianas crecieron en enero-mayo de 2010 a un ritmo de 26,6% anual y las importaciones totales a 15,8% anual. Sin incluir Venezuela, las exportaciones no tradicionales colombianas crecieron 29,4% anual.
De los productos que todavía Colombia le exporta a la destruida economía venezolana, mantienen alguna importancia productos químicos, papel y sus manufacturas, alimentos y confecciones. Lo demás es completamente marginal. Lo más seguro es que estas exportaciones no desaparezcan del todo. Pero aún si se redujeran más, el impacto no sería especialmente traumático. Al contrario, obligaría a un saludable esfuerzo adicional de diversificación de mercados por parte de los empresarios de estos sectores.
De manera que ya Chávez no puede chantajear a Colombia con el tema comercial. Colombia ya no necesita comercialmente de Venezuela. Esta importante nueva realidad económica conduce necesariamente a un replanteamiento de las relaciones diplomáticas con ese país.
Los exportadores no tradicionales colombianos por fin están abriendo sus ojos a nuevos mercados como Brasil, Chile, Perú, Centroamérica, México, Canadá y China. Y están intensificando esfuerzos en los mercados más tradicionales de Estados Unidos y la Unión Europea.
El gobierno de Hugo Chávez ha estatizado a la economía venezolana. Los exportadores colombianos, si persisten en ese mercado, tendrán que vérselas de manera creciente con el corrupto gobierno venezolano. Se trata de un gobierno arbitrario, que en cualquier momento por un capricho personal o político, puede expropiar la mercancía y no pagarla, o interrumpir abruptamente los envíos. Venezuela se ha convertido en un mercado de alto riesgo que no ofrece garantías de estabilidad y de resolución imparcial de conflictos.
Chávez ha empobrecido a Venezuela, no hay dólares para pagar las importaciones, su PIB lleva cuatro trimestres consecutivos de caída y no se ve la luz al final del túnel.
Chávez está empeñado en montar un sistema totalitario comunista al estilo de Cuba. Piensa emular a Fidel Castro y quedarse en el poder por décadas. Aunque no se sabe si tendrá éxito en este empeño, por ahora hay que darle el beneficio de la duda.
Así las cosas, Venezuela ya no es el mercado atractivo para Colombia que fuera hace unos años. No es el fin del mundo. La economía colombiana y sus exportaciones están creciendo, no obstante que las exportaciones a Venezuela se han reducido a un mínimo. Por otro lado, Colombia cada vez importa menos de ese país, principalmente porque Venezuela dejó de producir lo que demanda Colombia.
En los primeros cinco meses de 2010 las importaciones provenientes de Venezuela ascendieron a US$113 millones de un total de importaciones de US$14.332 millones, o sea apenas el 0,8%. En ese mismo período, las exportaciones colombianas a ese país fueron US$652 millones de un total de exportaciones de US$16.137 millones, es decir, solamente 4%.
A pesar de este reducido nivel de comercio con Venezuela, las exportaciones totales colombianas crecieron en enero-mayo de 2010 a un ritmo de 26,6% anual y las importaciones totales a 15,8% anual. Sin incluir Venezuela, las exportaciones no tradicionales colombianas crecieron 29,4% anual.
De los productos que todavía Colombia le exporta a la destruida economía venezolana, mantienen alguna importancia productos químicos, papel y sus manufacturas, alimentos y confecciones. Lo demás es completamente marginal. Lo más seguro es que estas exportaciones no desaparezcan del todo. Pero aún si se redujeran más, el impacto no sería especialmente traumático. Al contrario, obligaría a un saludable esfuerzo adicional de diversificación de mercados por parte de los empresarios de estos sectores.
De manera que ya Chávez no puede chantajear a Colombia con el tema comercial. Colombia ya no necesita comercialmente de Venezuela. Esta importante nueva realidad económica conduce necesariamente a un replanteamiento de las relaciones diplomáticas con ese país.