Algunos de sus acreedores apenas recibirán el 35% del capital que prestaron. Otros podrían correr la misma suerte.
El gobierno de Ecuador optó por pagarle sólo el 35% a los tenedores de sus bonos soberanos con vencimientos 2012 y 2030. Previamente había declarado como “ilegítimos” e “ilegales” estos bonos, que ascienden a US$3.200 millones. Según Credit Suisse, cerca de 75% de los tenedores aceptarían recibir tales migajas, ante la perspectiva de no recibir nada.
Ahora Credit Suisse sale con la historia según la cual el gobierno de Ecuador también entraría en cesación de pagos con los bonos con vencimiento 2015 que totalizan US$650 millones. No sería de extrañar que esta historia se hiciera realidad ante la insuficiencia de recursos que agobia al gobierno ecuatoriano por la caída en los precios internacionales del petróleo, su principal producto de exportación.
La tentación para el gobierno ecuatoriano de incumplir con los pagos, no solamente de una parte sino con la totalidad de sus bonos soberanos, es muy grande. Ese gobierno se las ha arreglado para bloquear sus canales de acceso a distintas fuentes de financiamiento externo, como por ejemplo el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI). También ha hecho hasta lo imposible para desalentar la inversión extranjera en distintos sectores como el petróleo y la minería.
Sin ingresos de capital externo, la economía ecuatoriana se encuentra ad portas de una fuerte contracción, que haría palidecer la que sufrió a comienzos de la década. Pero el gobierno ecuatoriano sigue sin tomar las medidas correctivas para atenuar la crisis que hasta los más despistados analistas ven venir. Aunque ha sostenido conversaciones preliminares con el FMI, no hay indicios de que esté en proceso de elaborar un programa económico coherente que sirva de argumento para obtener el apoyo de las entidades multilaterales de crédito y que tranquilice a inversionistas nacionales y extranjeros.
Entre otras —y como muestra del ambiente de irrealidad en que se mueve ese gobierno— volvió a anunciar con bombos y platillos que construirá con el gobierno de Venezuela una refinería que costaría US$10.000 millones. Se trata de una de las 8 refinerías que desde años atrás el Presidente de Venezuela Hugo Chávez ha ofrecido contribuir a construir en la región y sobre las cuales, hasta el día de hoy, no se conoce de la primera piedra en alguna de ellas.
Un gobierno como el ecuatoriano que se encuentra en semejantes dificultades fiscales, que a duras penas puede pagar los intereses de su deuda externa, ¿hablando de una refinería que cuesta más de tres veces las reservas internacionales con que actualmente dispone el Banco Central? ¿Y con el aporte de Hugo Chávez? El tema es como para soltar una carcajada, sino fuera por la multitud de pelmazos o bombetas que todavía se ilusionan con este tipo de fantasías.
Ahora Credit Suisse sale con la historia según la cual el gobierno de Ecuador también entraría en cesación de pagos con los bonos con vencimiento 2015 que totalizan US$650 millones. No sería de extrañar que esta historia se hiciera realidad ante la insuficiencia de recursos que agobia al gobierno ecuatoriano por la caída en los precios internacionales del petróleo, su principal producto de exportación.
La tentación para el gobierno ecuatoriano de incumplir con los pagos, no solamente de una parte sino con la totalidad de sus bonos soberanos, es muy grande. Ese gobierno se las ha arreglado para bloquear sus canales de acceso a distintas fuentes de financiamiento externo, como por ejemplo el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI). También ha hecho hasta lo imposible para desalentar la inversión extranjera en distintos sectores como el petróleo y la minería.
Sin ingresos de capital externo, la economía ecuatoriana se encuentra ad portas de una fuerte contracción, que haría palidecer la que sufrió a comienzos de la década. Pero el gobierno ecuatoriano sigue sin tomar las medidas correctivas para atenuar la crisis que hasta los más despistados analistas ven venir. Aunque ha sostenido conversaciones preliminares con el FMI, no hay indicios de que esté en proceso de elaborar un programa económico coherente que sirva de argumento para obtener el apoyo de las entidades multilaterales de crédito y que tranquilice a inversionistas nacionales y extranjeros.
Entre otras —y como muestra del ambiente de irrealidad en que se mueve ese gobierno— volvió a anunciar con bombos y platillos que construirá con el gobierno de Venezuela una refinería que costaría US$10.000 millones. Se trata de una de las 8 refinerías que desde años atrás el Presidente de Venezuela Hugo Chávez ha ofrecido contribuir a construir en la región y sobre las cuales, hasta el día de hoy, no se conoce de la primera piedra en alguna de ellas.
Un gobierno como el ecuatoriano que se encuentra en semejantes dificultades fiscales, que a duras penas puede pagar los intereses de su deuda externa, ¿hablando de una refinería que cuesta más de tres veces las reservas internacionales con que actualmente dispone el Banco Central? ¿Y con el aporte de Hugo Chávez? El tema es como para soltar una carcajada, sino fuera por la multitud de pelmazos o bombetas que todavía se ilusionan con este tipo de fantasías.