Innovaciones recientes en la tecnología de explotación de los pozos de esquisto de Estados Unidos y Canadá han permitido disminuir significativamente sus costos de producción.
Según una columna de Walter Russell Mead & Staff el precio del desarrollo de pozos de esquisto está cayendo rápidamente (“Fracking Innovation Defying Oil Prices Dangers”, en The American Interest, Octubre 22 de 2014). Ahí se cita a un informe del Financial Times en el que se afirma que actualmente el desarrollo de estos pozos en Norte América (Estados Unidos y Canadá) requiere de un precio internacional del petróleo de US$57 barril para cubrir costos de producción. Hace apenas un año ese precio era de US$70 barril.
La tendencia es la de que estos costos continuarán en picada. El informe de Financial Times menciona un estudio de la firma de consultoría Accenture en el que se señala que los costos pueden cortarse un 40% adicional con una mejor administración de factores como planeación, logística y relaciones con proveedores.
Pero además las grandes empresas privadas petroleras están destinando crecientes recursos a elevar la eficacia de este tipo de explotación de hidrocarburos. Por ejemplo, con el uso de sistemas con el que se mantienen abiertas las fracturas en las rocas de suerte que el petróleo pueda fluir ininterrumpidamente. O mediante la agregación de mas etapas en la explotación: de un promedio en 2012 de 18 secciones por pozo horizontal a uno en 2015 de 23 secciones por pozo.
En resumen, muchísima mas producción de petróleo a un menor costo. De manera que la actual reducción del precio a niveles que bordean US$80 barril, y que ha ocasionado un “rechinar de dientes” en productores tradicionales, como en el caso de Rusia, Venezuela e Irán, no afectará la trayectoria de grandes aumentos en la producción de Norte América y eventualmente, en la de otros países que han empezado a utilizar estas tecnologías no convencionales.
Es mas, lo que han demostrado estas innovaciones recientes es que se trata de una tecnología capaz de mejoras sustanciales en el futuro, las que permitirán hacer asequibles depósitos de petróleo y gas cuya explotación hace apenas un año se pensaba que no era rentable. Y es otra demostración de cómo los mercados y sus empresas privadas, cuando se las dejan operar, corrigen distorsiones gubernamentales en los precios como las que llevaron a US$100 el barril.
Una pésima noticia sin duda para el cartel de la OPEP, que ya muestra signos de un resquebrajamiento definitivo en su unidad, y para países como Colombia cuyas estatizadas industrias petroleras duermen “el sueño de los justos” con la complicidad de unas castas políticas que no ven mas allá de lo que ven sus ojos.
La tendencia es la de que estos costos continuarán en picada. El informe de Financial Times menciona un estudio de la firma de consultoría Accenture en el que se señala que los costos pueden cortarse un 40% adicional con una mejor administración de factores como planeación, logística y relaciones con proveedores.
Pero además las grandes empresas privadas petroleras están destinando crecientes recursos a elevar la eficacia de este tipo de explotación de hidrocarburos. Por ejemplo, con el uso de sistemas con el que se mantienen abiertas las fracturas en las rocas de suerte que el petróleo pueda fluir ininterrumpidamente. O mediante la agregación de mas etapas en la explotación: de un promedio en 2012 de 18 secciones por pozo horizontal a uno en 2015 de 23 secciones por pozo.
En resumen, muchísima mas producción de petróleo a un menor costo. De manera que la actual reducción del precio a niveles que bordean US$80 barril, y que ha ocasionado un “rechinar de dientes” en productores tradicionales, como en el caso de Rusia, Venezuela e Irán, no afectará la trayectoria de grandes aumentos en la producción de Norte América y eventualmente, en la de otros países que han empezado a utilizar estas tecnologías no convencionales.
Es mas, lo que han demostrado estas innovaciones recientes es que se trata de una tecnología capaz de mejoras sustanciales en el futuro, las que permitirán hacer asequibles depósitos de petróleo y gas cuya explotación hace apenas un año se pensaba que no era rentable. Y es otra demostración de cómo los mercados y sus empresas privadas, cuando se las dejan operar, corrigen distorsiones gubernamentales en los precios como las que llevaron a US$100 el barril.
Una pésima noticia sin duda para el cartel de la OPEP, que ya muestra signos de un resquebrajamiento definitivo en su unidad, y para países como Colombia cuyas estatizadas industrias petroleras duermen “el sueño de los justos” con la complicidad de unas castas políticas que no ven mas allá de lo que ven sus ojos.