Sin desconocer la espectacularidad de la tecnología utilizada, así como la excelente organización, el show sobre el legado cultural británico no fue afortunado.
Ese show estuvo a cargo del director de cine Danny Boyle (ninguna película famosa). Uno de los componentes centrales fue un acto glorificando al Servicio Nacional de Salud del Reino Unido, utilizando una multitud de camas de hospital con niños “enfermos” revoloteando encima de ellas. Se trató indudablemente de una ridiculez de inmensas proporciones. ¿Camas de hospital y niños “enfermos” en un show de apertura de un evento deportivo mundial? Pero además el Servicio Nacional de Salud inglés ha tenido y adolece de innumerables fallas. No ha sido propiamente un invento institucional digno de ser glorificado, y menos en un evento de esta naturaleza.
De hecho, tanto en Inglaterra como en otras partes del planeta, este tipo de instituciones se han caracterizado por el derroche, la ineficiencia y el pésimo servicio. Algunos países han logrado evolucionar hacia esquemas institucionales de prestación universal de salud menos centralizados y más ágiles y transparentes. Pero en la mayoría, los sindicatos y políticos corruptos se han apoderado de ellas y han obstaculizado reformas en beneficio de los usuarios.
Luego estuvo el componente de la literatura infantil, una de las fortalezas culturales tradicionales del Reino Unido. Este acto fue confuso, por decir lo menos. Difícil identificar a los personajes de los cuentos infantiles que fueron representados (quizás con la excepción de Mary Poppins y su paraguas). Nada fácil para los niños que supuestamente estaban recibiendo tratamiento en las camas del Servicio Nacional de Salud, ni para la audiencia, visualizar a unos desdibujados personajes de cuentos infantiles, en un contexto que nada que ver con el de sus respectivas historias.
Otro aspecto central del show, previo al fiasco del Servicio Nacional de Salud, fue la glorificación de la Revolución Industrial, en donde el Reino Unido desempeñó papel de vanguardia en el Siglo XIX. Unas inmensas chimeneas surgieron de piso del estadio con una serie de danzarines dando vueltas, supuestamente interpretando a los grupos sociales protagonistas de esa época. Todavía los hay quienes asocian chimeneas con desarrollo económico: a esos probablemente les gustó esta parte del espectáculo. Pero las chimeneas industriales son contaminantes y representan hoy en día el símbolo de una manera de producir que debe ser superada si es que la humanidad ha de alcanzar mas elevados niveles de bienestar.
Y al puro comienzo del show, unos ambientes pastoriles de aquellos que podrían describirse como “érase una vez” en la campiña inglesa. Al final de cuentas, para un observador imparcial de otro país, muy poco o nada del mejor legado cultural británico y de lo que este país representa actualmente. Un show disparatado el de Boyle, sin pies ni cabeza, que además incluyó un desarticulado potpurrí musical y para rematar, un segmento de “humor” de Mr. Bean.
(Advertencia: lanota.com sólo utiliza este nombre. No tiene relación alguna con portales o empresas que emplean la palabra lanota en otras combinaciones de nombres).
De hecho, tanto en Inglaterra como en otras partes del planeta, este tipo de instituciones se han caracterizado por el derroche, la ineficiencia y el pésimo servicio. Algunos países han logrado evolucionar hacia esquemas institucionales de prestación universal de salud menos centralizados y más ágiles y transparentes. Pero en la mayoría, los sindicatos y políticos corruptos se han apoderado de ellas y han obstaculizado reformas en beneficio de los usuarios.
Luego estuvo el componente de la literatura infantil, una de las fortalezas culturales tradicionales del Reino Unido. Este acto fue confuso, por decir lo menos. Difícil identificar a los personajes de los cuentos infantiles que fueron representados (quizás con la excepción de Mary Poppins y su paraguas). Nada fácil para los niños que supuestamente estaban recibiendo tratamiento en las camas del Servicio Nacional de Salud, ni para la audiencia, visualizar a unos desdibujados personajes de cuentos infantiles, en un contexto que nada que ver con el de sus respectivas historias.
Otro aspecto central del show, previo al fiasco del Servicio Nacional de Salud, fue la glorificación de la Revolución Industrial, en donde el Reino Unido desempeñó papel de vanguardia en el Siglo XIX. Unas inmensas chimeneas surgieron de piso del estadio con una serie de danzarines dando vueltas, supuestamente interpretando a los grupos sociales protagonistas de esa época. Todavía los hay quienes asocian chimeneas con desarrollo económico: a esos probablemente les gustó esta parte del espectáculo. Pero las chimeneas industriales son contaminantes y representan hoy en día el símbolo de una manera de producir que debe ser superada si es que la humanidad ha de alcanzar mas elevados niveles de bienestar.
Y al puro comienzo del show, unos ambientes pastoriles de aquellos que podrían describirse como “érase una vez” en la campiña inglesa. Al final de cuentas, para un observador imparcial de otro país, muy poco o nada del mejor legado cultural británico y de lo que este país representa actualmente. Un show disparatado el de Boyle, sin pies ni cabeza, que además incluyó un desarticulado potpurrí musical y para rematar, un segmento de “humor” de Mr. Bean.
(Advertencia: lanota.com sólo utiliza este nombre. No tiene relación alguna con portales o empresas que emplean la palabra lanota en otras combinaciones de nombres).