Aumentan las dudas sobre la conveniencia de proyectos de ley encaminados a restringir las emisiones de CO2.
El Congreso de Australia se ha rehusado a pasar un proyecto de ley similar al que está promoviendo la administración Obama relacionado con el control de emisiones. Hay un reconocimiento creciente de que la introducción de impuestos a los emisores es muy costoso en términos de sacrificio de crecimiento económico y de empleos. Sin crecimiento económico no se generan excedentes para invertir en investigación y desarrollo de tecnologías menos contaminantes. Sin crecimiento económico se reduce el interés en proyectos de larga maduración, como son aquellos relacionados con la introducción de fuentes energéticas alternativas. Sin crecimiento económico las presiones políticas para atender urgencias sociales inmediatas son de tal envergadura que todo lo demás pasa a un segundo o tercer plano.
Pero el mayor cuestionamiento a las peticiones de los apóstoles del calentamiento global provienen de la academia. Allí, son crecientes las voces de que controvierten las premisas en las que se apoyan dichos apóstoles.
Veamos:
1) No ha habido calentamiento en la última década a pesar de las mayores emisiones de CO2.
2) Los modelos utilizados para predecir el cambio climático son primitivos y llevan a conclusiones que han probado ser erróneas.
3) El clima de la Tierra es altamente influenciado por la energía solar: por la forma como esa energía se recibe y se redistribuye en el planeta. No obstante que este es un hecho científico comprobado, no es considerado por los apóstoles del calentamiento global como el determinante más importante del clima.
4) Ningún modelo, por más sofisticado que sea, puede capturar la muy compleja dinámica del clima terrestre y muy especialmente, la estrecha relación entre ese clima y la energía solar.
5) No es un enfoque científico atribuir los cambios climáticos actuales a las variaciones de una variable, CO2, y peor aún, a las variaciones de una pequeña proporción de esa variable, las emisiones de CO2 inducidas por los humanos.
6) Es simplemente una tontería tratar de predecir el futuro de sistemas naturales extraordinariamente complejos con base en solamente una variable, CO2.
Un libro de un destacado científico australiano, que plantea y desarrolla esta línea de argumentación, se ha convertido en un best seller en su país. Se trata de Ian Plimer y su libro es “Heaven and Earth, Global Warming: The Missing Science”. Para sorpresa de todo el mundo, Paul Sheehan, el crítico en el Sydney Morning Herald, y uno de los principales apóstoles de la causa del calentamiento global, concluyó que Plimer expone brillantemente sus tesis y que el libro “destruye con su argumentación la conformidad y la ortodoxia, incluida la mía, y representa un llamado de atención para respetar puntos de vista opuestos cuando ellos están sustentados y para tener cuidado con influencias ideológicas que socavan las evidencias”.
En otros países también es creciente la oposición a las medidas dirigidas a restringir la actividad de varios sectores de la economía y que recuerdan a las del Club de Roma, por allá en los años setenta. En esa ya lejana época, un grupo muy destacado de personalidades científicas y políticas les dio por promover el cero crecimiento económico como la única salida para evitar el agotamiento de los recursos naturales y la eventual destrucción del planeta Tierra. Exponían toda clase de argumentos “científicos” que, según ellos, demostraban el inevitable cumplimiento de sus profecías si no se implementaban sus propuestas. Sin embargo, para fortuna de la humanidad el crecimiento económico siguió su curso y se avanzó notablemente en niveles de vida y en desarrollo tecnológico.
Y si se repasa más detenidamente distintos períodos históricos se encuentra que la experiencia vuelve y se repite: en cada uno de ellos surgen grupos y personas portadores de mensajes apocalípticos. “Arrepentíos que se aproxima el fin del mundo”, es por lo visto una consigna que nunca desaparecerá.
Pero el mayor cuestionamiento a las peticiones de los apóstoles del calentamiento global provienen de la academia. Allí, son crecientes las voces de que controvierten las premisas en las que se apoyan dichos apóstoles.
Veamos:
1) No ha habido calentamiento en la última década a pesar de las mayores emisiones de CO2.
2) Los modelos utilizados para predecir el cambio climático son primitivos y llevan a conclusiones que han probado ser erróneas.
3) El clima de la Tierra es altamente influenciado por la energía solar: por la forma como esa energía se recibe y se redistribuye en el planeta. No obstante que este es un hecho científico comprobado, no es considerado por los apóstoles del calentamiento global como el determinante más importante del clima.
4) Ningún modelo, por más sofisticado que sea, puede capturar la muy compleja dinámica del clima terrestre y muy especialmente, la estrecha relación entre ese clima y la energía solar.
5) No es un enfoque científico atribuir los cambios climáticos actuales a las variaciones de una variable, CO2, y peor aún, a las variaciones de una pequeña proporción de esa variable, las emisiones de CO2 inducidas por los humanos.
6) Es simplemente una tontería tratar de predecir el futuro de sistemas naturales extraordinariamente complejos con base en solamente una variable, CO2.
Un libro de un destacado científico australiano, que plantea y desarrolla esta línea de argumentación, se ha convertido en un best seller en su país. Se trata de Ian Plimer y su libro es “Heaven and Earth, Global Warming: The Missing Science”. Para sorpresa de todo el mundo, Paul Sheehan, el crítico en el Sydney Morning Herald, y uno de los principales apóstoles de la causa del calentamiento global, concluyó que Plimer expone brillantemente sus tesis y que el libro “destruye con su argumentación la conformidad y la ortodoxia, incluida la mía, y representa un llamado de atención para respetar puntos de vista opuestos cuando ellos están sustentados y para tener cuidado con influencias ideológicas que socavan las evidencias”.
En otros países también es creciente la oposición a las medidas dirigidas a restringir la actividad de varios sectores de la economía y que recuerdan a las del Club de Roma, por allá en los años setenta. En esa ya lejana época, un grupo muy destacado de personalidades científicas y políticas les dio por promover el cero crecimiento económico como la única salida para evitar el agotamiento de los recursos naturales y la eventual destrucción del planeta Tierra. Exponían toda clase de argumentos “científicos” que, según ellos, demostraban el inevitable cumplimiento de sus profecías si no se implementaban sus propuestas. Sin embargo, para fortuna de la humanidad el crecimiento económico siguió su curso y se avanzó notablemente en niveles de vida y en desarrollo tecnológico.
Y si se repasa más detenidamente distintos períodos históricos se encuentra que la experiencia vuelve y se repite: en cada uno de ellos surgen grupos y personas portadores de mensajes apocalípticos. “Arrepentíos que se aproxima el fin del mundo”, es por lo visto una consigna que nunca desaparecerá.