Al igual que con la política de seguridad y con la reforma a la justicia, la política de salud pública del gobierno de Juan Manuel Santos es inescudriñable.
¿Cuál es la política de Santos en relación con el sistema público de salud? Hasta ahora, la de destruir a las entidades promotoras de salud (EPS). ¿Y para sustituirlas por cuál esquema institucional?
Los colombianos con edad y memoria se recuerdan de la pesadilla que fue el Instituto de Seguros Sociales (ISS) en el manejo de la salud y pensiones de los colombianos. Por ese instituto pasaron toda clase de administradores y políticos. Todos prometieron cambios profundos, pero todos, sin excepción terminaron su gestión sin pena ni gloria. Las mafias sindicales hicieron y deshicieron. Estas mafias, y una burocracia gigantesca que sólo respondía a sus intereses particulares, convirtieron a este paquidermo en la gran pesadilla de aquellos colombianos sin posibilidades de acceso a la salud privada. Es decir, de la gran mayoría de los colombianos.
Con el nuevo sistema de salud que se estableció a partir de la Ley 100 de 1993 se amplió la cobertura y se introdujo competencia. En el sistema actual compiten distintos esquemas, públicos, mixtos y privados, en la prestación de los servicios básicos de salud. La mejora en la calidad del servicio, a pesar de todas las críticas que se oyen, ha sido monumental. Mejor atención para muchísimos más usuarios en relación con el desastre que fue el sistema anterior centralizado en el ISS.
Reconocer las ventajas del sistema actual sobre el anterior no implica desconocer que hay problemas y que se pueden introducir mejoras. Pero la forma de hacerlo no es aniquilando a las EPS, sin proponer nada a cambio. Lo que ha hecho hasta ahora el gobierno de Santos es improvisar en un área de gran complejidad y de mucho impacto sobre el bienestar de los colombianos.
Los colombianos con edad y memoria se recuerdan de la pesadilla que fue el Instituto de Seguros Sociales (ISS) en el manejo de la salud y pensiones de los colombianos. Por ese instituto pasaron toda clase de administradores y políticos. Todos prometieron cambios profundos, pero todos, sin excepción terminaron su gestión sin pena ni gloria. Las mafias sindicales hicieron y deshicieron. Estas mafias, y una burocracia gigantesca que sólo respondía a sus intereses particulares, convirtieron a este paquidermo en la gran pesadilla de aquellos colombianos sin posibilidades de acceso a la salud privada. Es decir, de la gran mayoría de los colombianos.
Con el nuevo sistema de salud que se estableció a partir de la Ley 100 de 1993 se amplió la cobertura y se introdujo competencia. En el sistema actual compiten distintos esquemas, públicos, mixtos y privados, en la prestación de los servicios básicos de salud. La mejora en la calidad del servicio, a pesar de todas las críticas que se oyen, ha sido monumental. Mejor atención para muchísimos más usuarios en relación con el desastre que fue el sistema anterior centralizado en el ISS.
Reconocer las ventajas del sistema actual sobre el anterior no implica desconocer que hay problemas y que se pueden introducir mejoras. Pero la forma de hacerlo no es aniquilando a las EPS, sin proponer nada a cambio. Lo que ha hecho hasta ahora el gobierno de Santos es improvisar en un área de gran complejidad y de mucho impacto sobre el bienestar de los colombianos.
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