Con la camiseta de su selección de fútbol. Por fin dejaron de hacer toda clase de elucubraciones matemáticas sobre la clasificación al Mundial de Brasil.
Durante 15 años se especializaron en cálculo de probabilidades. Si se gana aquí y el otro pierde allá, y un tercero empata en otra parte, entonces… etcétera y etcétera después de cada partido durante las últimas cinco fechas de las eliminatorias, y como si fuera poco, con repechaje de por medio.
Esa fue la eterna historia en los últimos tres mundiales. Pero no mas. Faltan 4 partidos y ya Colombia tiene la clasificación en el bolsillo. Únicamente se necesita que la selección siga jugando como ha venido jugando sin que importe lo que suceda en los partidos de sus rivales.
Es sin duda una extraña sensación para la gran mayoría de los colombianos. No hay que devanarse los sesos con una maraña de posibles resultados clasificatorios y contrastarlos con los mas probables que conducirían a la eliminación. A la caneca con los cálculos. Ya no son necesarias las peticiones al Señor de los Milagros de Guadalajara de Buga. Lucen esplendorosas las camisetas de la selección no solamente en el estadio Roberto Meléndez de Barranquilla sino en las calles de sus pueblos y ciudades.
Pero además de levantar el ánimo es indudable que surgirán una serie de negocios de aquí al mundial del año entrante. Se avivará para beneficio de todos lo que se denomina la industria del deporte. Y ojalá el ejemplo sirva para impulsar otros deportes, especialmente por parte del sector privado. La materia prima es excelente y abundante. Sólo necesita mas oportunidades.
A Juan Manuel Santos hay que abonarle no solo que puso su granito de arena en la contratación de José Pekerman, un personaje que con sus aciertos se ha ganado la simpatía de los colombianos, sino también que designó como director de Coldeportes a Andrés Botero, quien viene desarrollando una labor digna de elogio.
Esa fue la eterna historia en los últimos tres mundiales. Pero no mas. Faltan 4 partidos y ya Colombia tiene la clasificación en el bolsillo. Únicamente se necesita que la selección siga jugando como ha venido jugando sin que importe lo que suceda en los partidos de sus rivales.
Es sin duda una extraña sensación para la gran mayoría de los colombianos. No hay que devanarse los sesos con una maraña de posibles resultados clasificatorios y contrastarlos con los mas probables que conducirían a la eliminación. A la caneca con los cálculos. Ya no son necesarias las peticiones al Señor de los Milagros de Guadalajara de Buga. Lucen esplendorosas las camisetas de la selección no solamente en el estadio Roberto Meléndez de Barranquilla sino en las calles de sus pueblos y ciudades.
Pero además de levantar el ánimo es indudable que surgirán una serie de negocios de aquí al mundial del año entrante. Se avivará para beneficio de todos lo que se denomina la industria del deporte. Y ojalá el ejemplo sirva para impulsar otros deportes, especialmente por parte del sector privado. La materia prima es excelente y abundante. Sólo necesita mas oportunidades.
A Juan Manuel Santos hay que abonarle no solo que puso su granito de arena en la contratación de José Pekerman, un personaje que con sus aciertos se ha ganado la simpatía de los colombianos, sino también que designó como director de Coldeportes a Andrés Botero, quien viene desarrollando una labor digna de elogio.