El Chevy Volt nunca hubiera sido construido sino fuera por los muy elevados subsidios que le concedió el gobierno a esta empresa.
Si un camello es un caballo diseñado por un comité, el Chevy Volt es un vehículo inventado con los subsidios de un gobierno. Su precio en el mercado norteamericano es de US$41.000, lo que lo pone a la par de vehículos como el BMW 335i y camionetas SUV de buen tamaño.
El gobierno federal de Estados Unidos, que está quebrado pero que se resiste a darse por enterado de su penosa situación, ofrece un crédito tributario de US$7.500 para quien lo compre. Pero aún así, todos los analistas coinciden en que es demasiado costoso para garantizar su éxito comercial.
En 2009, General Motors recibió US$50.000 millones de ayuda del gobierno federal para evitar su bancarrota. Antes de eso, en 2008, recibió US$14.000 millones para “reestructurar” sus plantas. Como si lo anterior fuera poco también obtuvo US$240 millones del Departamento de Energía para producir un carro como el Chevy Volt. Además, otros US$150 millones de dinero de los contribuyentes para el proveedor coreano de las baterías del Chevy Volt.
Con todos esos regalos de dinero de los contribuyentes, General Motors pudo al fin darle gusto a Barack Obama con la producción de un carro eléctrico con el cual supuestamente se reemplazaría a los “odiosos” vehículos que usan gasolina. Hay que tener en cuenta que Obama en su campaña de 2008 prometió que en 2015 habría 1 millón de vehículos eléctricos recorriendo las vías de Estados Unidos.
Sin embargo, no sólo el precio del Chevy Volt es comparativamente muy alto, sino que en su interior sólo caben 4 personas debido a que la batería ocupa un gran espacio. Y además, esto no es un chiste, cada recarga de la batería sirve para apenas 40 millas de recorrido.
La producción del Chevy Volt será inicialmente de 10.000 unidades. La propuesta es que estas primeras unidades la compren los burócratas de Washington como castigo por el despilfarro de dinero de los contribuyentes en proyectos como este. Un General Motors sin manipulación estatal nunca se hubiera aventurado a producir semejante elefante blanco.
El gobierno federal de Estados Unidos, que está quebrado pero que se resiste a darse por enterado de su penosa situación, ofrece un crédito tributario de US$7.500 para quien lo compre. Pero aún así, todos los analistas coinciden en que es demasiado costoso para garantizar su éxito comercial.
En 2009, General Motors recibió US$50.000 millones de ayuda del gobierno federal para evitar su bancarrota. Antes de eso, en 2008, recibió US$14.000 millones para “reestructurar” sus plantas. Como si lo anterior fuera poco también obtuvo US$240 millones del Departamento de Energía para producir un carro como el Chevy Volt. Además, otros US$150 millones de dinero de los contribuyentes para el proveedor coreano de las baterías del Chevy Volt.
Con todos esos regalos de dinero de los contribuyentes, General Motors pudo al fin darle gusto a Barack Obama con la producción de un carro eléctrico con el cual supuestamente se reemplazaría a los “odiosos” vehículos que usan gasolina. Hay que tener en cuenta que Obama en su campaña de 2008 prometió que en 2015 habría 1 millón de vehículos eléctricos recorriendo las vías de Estados Unidos.
Sin embargo, no sólo el precio del Chevy Volt es comparativamente muy alto, sino que en su interior sólo caben 4 personas debido a que la batería ocupa un gran espacio. Y además, esto no es un chiste, cada recarga de la batería sirve para apenas 40 millas de recorrido.
La producción del Chevy Volt será inicialmente de 10.000 unidades. La propuesta es que estas primeras unidades la compren los burócratas de Washington como castigo por el despilfarro de dinero de los contribuyentes en proyectos como este. Un General Motors sin manipulación estatal nunca se hubiera aventurado a producir semejante elefante blanco.