Según un estudio de la organización NEF, ocho países del América Latina se encuentran entre los diez que obtuvieron el mayor puntaje en felicidad y ecología.
El informe de Nef (The New Economics Foundation) se denomina “The Happy Planet Index 2.0: Why good lives don’t have to cost the earth”. Los criterios que se utilizan en el índice son la esperanza de vida, la satisfacción vital que expresan los ciudadanos de cada país y la huella contaminante que dejan para obtener el nivel de vida que consideran necesario para ser felices. Se incluyeron 143 países que representan 99% de la población del planeta.
El país con mayor puntaje fue Costa Rica, seguido por República Dominicana y Jamaica. Los otros países de América Latina se ubicaron en el siguiente orden: Colombia (6), Cuba (7), El Salvador (8), Brasil (9), Honduras (10), Nicaragua (11), Argentina (15), México (23), Ecuador (25) Belice (27), Perú (28), Venezuela (36), Chile (46), Bolivia (47), Paraguay (55) y Uruguay (99).
Muchos de los países más ricos quedaron en una posición intermedia o en la parte baja del índice. Por ejemplo, Estados Unidos se situó en el puesto 114. En la Unión Europea, los países mejor colocados fueron Holanda (43), Alemania (51) y Francia (71).
La razones por las cuales Costa Rica ocupó el primer lugar fueron su expectativa de vida de 78,5 años, el hecho de que sus ciudadanos expresan una satisfacción vital de 8,5 puntos sobre 10, y porque están muy cerca de alcanzar el equilibrio entre lo que consumen y lo que ofrecen en materia de recursos naturales. De hecho, el 99% de la energía que extraen en su país proviene de fuentes renovables.
Ahora bien, la metodología utilizada por NEF para llegar a este índice es controversial, por decir lo menos. A los países que mejor les va son los de nivel medio de riqueza. Hay países ricos que le va menos bien que a unos muy pobres. Por ejemplo, Inglaterra (74) queda muy por debajo de Burma (39) y así se podrían hacer otras comparaciones que sólo producirían perplejidad.
Se podría argumentar que a los países más ricos no les va muy bien porque sus ciudadanos dejan una alta huella contaminante para alcanzar el nivel de vida que consideran aceptable, uno que tiende a ser más alto que el que es aceptable para los ciudadanos de países más pobres. Las poblaciones de estos países más ricos son más exigentes en relación con sus criterios de felicidad, quizás porque las comunidades donde viven les ofrecen más opciones de vida y alternativas de progreso. En cambio, la población de los países más pobres se contenta con mucho menos, siendo esta complacencia un obstáculo para superar los más graves problemas que trae consigo la pobreza.
Habría que preguntarse por qué la mayoría de los ciudadanos que habitan en los países supuestamente más felices están ansiosos de emigrar, si se les da la oportunidad, hacía los países más ricos pero menos felices. Lo cierto es que al no incluir en el índice variables tales como las relacionadas con el nivel de riqueza y con las oportunidades de movilidad social, se llega a unos resultados absurdos desde el punto de vista de comparaciones entre países.
El país con mayor puntaje fue Costa Rica, seguido por República Dominicana y Jamaica. Los otros países de América Latina se ubicaron en el siguiente orden: Colombia (6), Cuba (7), El Salvador (8), Brasil (9), Honduras (10), Nicaragua (11), Argentina (15), México (23), Ecuador (25) Belice (27), Perú (28), Venezuela (36), Chile (46), Bolivia (47), Paraguay (55) y Uruguay (99).
Muchos de los países más ricos quedaron en una posición intermedia o en la parte baja del índice. Por ejemplo, Estados Unidos se situó en el puesto 114. En la Unión Europea, los países mejor colocados fueron Holanda (43), Alemania (51) y Francia (71).
La razones por las cuales Costa Rica ocupó el primer lugar fueron su expectativa de vida de 78,5 años, el hecho de que sus ciudadanos expresan una satisfacción vital de 8,5 puntos sobre 10, y porque están muy cerca de alcanzar el equilibrio entre lo que consumen y lo que ofrecen en materia de recursos naturales. De hecho, el 99% de la energía que extraen en su país proviene de fuentes renovables.
Ahora bien, la metodología utilizada por NEF para llegar a este índice es controversial, por decir lo menos. A los países que mejor les va son los de nivel medio de riqueza. Hay países ricos que le va menos bien que a unos muy pobres. Por ejemplo, Inglaterra (74) queda muy por debajo de Burma (39) y así se podrían hacer otras comparaciones que sólo producirían perplejidad.
Se podría argumentar que a los países más ricos no les va muy bien porque sus ciudadanos dejan una alta huella contaminante para alcanzar el nivel de vida que consideran aceptable, uno que tiende a ser más alto que el que es aceptable para los ciudadanos de países más pobres. Las poblaciones de estos países más ricos son más exigentes en relación con sus criterios de felicidad, quizás porque las comunidades donde viven les ofrecen más opciones de vida y alternativas de progreso. En cambio, la población de los países más pobres se contenta con mucho menos, siendo esta complacencia un obstáculo para superar los más graves problemas que trae consigo la pobreza.
Habría que preguntarse por qué la mayoría de los ciudadanos que habitan en los países supuestamente más felices están ansiosos de emigrar, si se les da la oportunidad, hacía los países más ricos pero menos felices. Lo cierto es que al no incluir en el índice variables tales como las relacionadas con el nivel de riqueza y con las oportunidades de movilidad social, se llega a unos resultados absurdos desde el punto de vista de comparaciones entre países.