La patética ineficiencia del gobierno actual de Venezuela se refleja en la mínima confiabilidad del sistema eléctrico. La cuantiosa inversión hecha no se refleja en la calidad del servicio.

 

A mediodía del 3 de septiembre de 2013 los 24 estados de Venezuela quedaron sin servicio de energía eléctrica. Horas duró el restablecimiento del servicio. La desidia en un sistema eléctrico que está estatizado y politizado y la falta de inversión y mantenimiento no obstante las inmensas transferencias de recursos recibidas de PDVSA, son las causas de esta aberrante situación. Una que han padecido los venezolanos desde hace por lo menos diez años.

Pero lo que causa sorpresa e indignación es la reacción de los funcionarios del gobierno, incluida su cabeza Nicolás Maduro. La cartilla comunista cubana dice que cada vez que se presenta una situación en la que la culpa es del gobierno, hay que, con base en mentiras, voltear la torta y echarle la culpa a la oposición. Y tal cual. Así de predecibles y carentes de originalidad son los incapaces que gobiernan ese país.

Maduro no se demoró en afirmar que el apagón fue un “golpe para desestabilizar”. Acusó a la “extrema derecha” de un “golpe eléctrico contra el país”. Sin evidencia alguna sugiere sabotaje. Otros funcionarios calificaron de “extraña y abrupta” la interrupción del servicio eléctrico. Y un ministro indicó que “los equipos de inteligencia están desplegados.”

Que farsantes todos ellos. Sencillamente después de años y años de promesas acerca de eventuales mejoras, y de funcionarios aplaudiéndose ellos mismos por estas supuestas mejoras, el sistema eléctrico venezolano sigue siendo poco confiable y expuesto a interrupciones graves del servicio como el que ocurrió este 3 de septiembre y a otra serie de interrupciones que aunque mas localizadas y menos espectaculares son igual de perjudiciales por su frecuencia.