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En el caso de este país europeo, no se puede hablar de Estado Benefactor sino de un Estado que ha hecho completamente dependiente a la población de sus favores.
 
Durante varias décadas los franceses han disfrutado de beneficios sociales y laborales inusuales en otros países. Con un déficit fiscal creciente y preocupante, el gobierno del Presidente Nicolas Sarkozy por fin adoptó una primera importante medida para empezar a poner en orden las finanzas de la casa. Se trata de un aumento en la edad de retiro de 60 años a 62 años.

En el resto de Europa y en el mundo esta edad de retiro está entre 65 años y 67 años. O sea que, aún después del cambio propuesto por Sarkozy, los franceses continuarán en una situación privilegiada en relación con el resto de la humanidad. Sin embargo, este pequeño cambio ha conducido a que los súbditos del Estado Niñera francés se lancen con inusitada furia a huelgas y manifestaciones de la peor calaña.

Además de la edad de retiro a los 60 años, los trabajadores franceses disfrutan de 8 semanas de vacaciones al año y laboran sólo 35 horas a la semana. En la ley de maternidad la licencia es de 4 meses, lo que no se aparta de la media europea, pero si la mujer ya posee otro hijo, son 6 meses de licencia. Otra inusual ley es que si un feriado cae martes o jueves, los empleados pueden tomar viernes o lunes y hacer un fin de semana largo. Y así con otros beneficios en los que Francia se sitúa por encima de la media europea y muy por encima del resto de los mortales que habitan el planeta.

La economía francesa se basa en 4 pilares. La agricultura es uno de ellos: Francia es el productor numero uno de Europa en frutas, hortalizas y cereales. El turismo es otro: con 87 millones de visitantes anuales es la envidia de otros países. La energía es el tercero: produce 78% de su electricidad con plantas nucleares, lo cual explica su poca vulnerabilidad a los aumentos en los precios internacionales del petróleo. Y el último pilar y uno de los mas importantes es la industria militar: Francia es el cuarto productor mundial de armas y un gran exportador a países emergentes (su ejército es el más grande de Europa y el cuarto a nivel mundial en cantidad de equipo).

O sea que se trata de un país que gracias a sus fortalezas ha podido ofrecerle a su población importantes beneficios sociales. Pero ha abusado de ellos y lo que es más preocupante, acostumbró a su población a pensar que tiene derecho a todo sin esforzarse para conseguirlo. Su Estado Niñera ha producido una población consentida y malcriada (spoiled, en inglés), que ante la perspectiva de un pequeño sacrificio reacciona histéricamente y con estridentes berrinches.

La principal razón que exponen los actuales manifestantes es que el gobierno de Sarkozy no puede quitarles unas prebendas por las cuales lucharon sus abuelos. Lo curioso de este razonamiento es que considera que el mundo es estático. No tiene en cuenta el hecho de que, desde la época de los abuelos, la población francesa ha envejecido y la expectativa de vida ha aumentado. Y que actualmente, por la globalización y por la fuerza con la que han irrumpido en los mercados internacionales muchos países emergentes, los costos de la mano de obra francesa se volvieron insostenibles.

Pero para los súbditos del Estado Niñera ninguna consideración de estas cuenta. Como el mundo actual no es el de los abuelos, entonces, hay que tratar de conservarlo artificialmente. Para eso están mamá gobierno y sus niñeras los funcionarios públicos.

Lo más insólito de todo este cuento es que, según el Índice Global de Felicidad de 2009, Francia ocupa el lugar 71, después de muchos países más pobres y con menor gasto social. Los consentidos y malcriados franceses, entre más maná les ha caído del cielo, más infelices, más inconformes, y más intolerantes al cambio se han vuelto. Sin duda, el resultado de años de tutela del Estado Niñera.