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El fallo de la Corte Internacional de La Haya sobre la disputa de mar territorial con Nicaragua ha dado lugar a toda clase de declaraciones destempladas en Colombia.
 
Muchos colombianos han hecho el ridículo al abordar el tema. Se pueden clasificar en las siguientes categorías:

1) Los “patriotas”. Son aquellos que han salido con el cuento de que hay que mandar fragatas a defender el supuesto “mar colombiano” y dejarlas pernoctando ahí durante los siglos venideros. Pero resulta que el mar que supuestamente la Corte de La Haya le otorgó a Nicaragua nunca fue colombiano. La idea de que era colombiano fue la de unos expertos internacionalistas que desde un escritorio en Bogotá hicieron creer irresponsablemente que Nicaragua, aunque poseedora de una inmensa costa continental sobre el Caribe, no tenía ningún derecho sobre las aguas enfrente. Idiotez, por decir lo menos, pretender que en una disputa sobre delimitación de aguas marinas a la parte con una muy superior presencia de territorio costero no se le iba a reconocer, así fuere parcialmente, sus derechos. Estos “patriotas”, al igual que muchos colombianos que opinan alegremente sobre el tema, no se han dignado a mirar el mapa desde el punto de vista de Nicaragua. Es Nicaragua la que tiene la mayor presencia costera con derechos que habían sido olímpicamente desconocidos por Colombia. Fue el reconocimiento de esos derechos lo que la Corte le concedió a Nicaragua, pero en forma parcial puesto que paralelamente le reconoció a Colombia su soberanía sobre las islas de San Andrés y Providencia e islotes en disputa, con sus respectivos derechos territoriales marítimos.  

2) Los “YO se los dije”. Apenas se dio a conocer el fallo de La Haya una maraña de personajes saltaron a la palestra a dárselas de que ellos sabían como iba a fallar la Corte Internacional. Pero van mas allá. Critican acérrimamente a quienes eran partidarios de que la disputa se dirimiera en una corte internacional. En último término lo que alegan estos sabiondos es que dado que ninguna corte internacional nos iba a dar la razón (porque no la teníamos) entonces lo mejor hubiera sido mantener el status quo de una disputa sin fin, con todos los costos implícitos en ello. Su posición es ciertamente menos razonable que la de quienes prefieren resolver las disputas territoriales a través de los mecanismos internacionales establecidos para esos efectos, tal como lo fue en este caso.  

3) Los vivarachos. Como el fallo de La Haya no le concedió a Colombia todo lo que aspiraba, entonces, estos vivarachos son de la idea de que no hay que acogerlo. Colombia aceptó ir a La Haya y expuso sus argumentos y lo mismo hizo Nicaragua. Y después de varios años de argumentos y contra argumentos, la Corte Internacional falló. Y lo hizo equitativamente a juicio de cualquier observador imparcial. Pero no: para el vivaracho es todo o nada. Con sello gano yo y con cara pierde usted. Si juego a cara y sello con una moneda no cargada y gano ¡perfecto! Pero si pierdo entonces no reconozco el resultado, no importa que haya aceptado con anterioridad las reglas del juego. Sobra decir que la gran mayoría de estos vivarachos ni siquiera han analizado a fondo el tema y que basan su argumentación en la mentira que los medios de comunicación han propagado sin pudor según la cual “nos despojaron de miles de hectáreas de nuestro mar”, cuando si de informar correctamente se tratara la referencia sería acerca del “territorio marítimo en disputa que no se le reconoció a Colombia”.

4) Los anti Daniel Ortega. Estos personalizan el fallo y lo relacionan a su antipatía por Ortega, que es la de muchos colombianos. Sin embargo, no se percatan que el tema trasciende a los Presidentes de turno de ambos países. Además no se dan cuenta que Colombia es militarmente mucho mas poderosa que Nicaragua y que el gobierno de Ortega puede salir a decir tal o cual cosa sobre concesiones marítimas o supuestos derechos que van mas allá de lo reconocido en La Haya, pero que no existe el mas mínimo peligro que en la práctica pueda vulnerar los derechos de Colombia. De manera que en este caso si que aplica el dicho “a palabras necias oídos sordos”.

5) Los anti Canal de Nicaragua. Se creen con un derecho que no poseen de oponerse a ese canal. Allá ese país con sus planes de hacer un canal por su territorio. Es su decisión. Sin embargo, dada la magnitud y dificultad de la obra, así como la falta de recursos y de capacidades administrativas del país centroamericano, a quienes los desvela el tema pueden dormir tranquilos. Lo mas probable es que pasarán décadas antes de que este sueño nica se haga realidad.

Como puede apreciarse, la polvareda que ha levantado el tema del fallo de la Corte Internacional de La Haya en Colombia y la retórica de Ortega no es mas que eso, una polvareda que no deja ver la realidad a mas de unos metros de distancia. Desafortunadamente en este caso los oportunistas políticos han contribuido a exacerbar la polvareda, cuando lo que se necesita es tomar las cosas con calma,  dejar que el polvo se asiente, y aceptar el fallo con sus ventajas que las tiene varias y con sus desventajas que son mas hipotéticas que reales.