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A pesar de los altos precios internacionales del crudo, la producción de Venezuela cayó, PDVSA se burocratizó y se sobre endeudó, y la reinversión y la inversión nueva se paralizó.
 
En los 14 años de gobierno de Hugo Chávez el precio internacional del petróleo pasó de US$10 el barril a mas de US$100 el barril. Los países productores disfrutaron (y todavía lo hacen) de una bonanza sin precedentes de ingresos de divisas por concepto de las exportaciones del crudo. Venezuela, uno de los principales productores del mundo, no fue la excepción.

Sin embargo, a diferencia de todos los demás productores y no obstante disponer de una de las mayores reservas del planeta, Venezuela se las arregló durante Chávez para que su producción cayera en lugar de aumentar. En los inicios de su gobierno en 1999 la producción bordeaba los 3.4 millones de barriles diarios que contrasta con los 2.4 millones de barriles diarios de 2012, su último año. O sea una disminución de 29%, casi una tercera parte.

Pero no solo eso. Mientras que las principales empresas petroleras estatales del planeta se fortalecían financieramente y se extendían a base de inversiones en sus países y por fuera de ellos, PDVSA ahuyentaba a sus socios inversionistas y despilfarraba sus recursos en actividades no relacionadas con su actividad. A pesar de una menor producción su planta de trabajadores mas que se duplicó hasta alcanzar los 110.000 actuales. Su deuda consolidada, que era mínima a finales de los años noventa, cerró en mas de US$40.000 millones en 2012.

No solamente las ventas en cantidad de PDVSA han caído sino que es cada vez menor lo que recibe en dinero contante y sonante. Morgan Stanley estimó que en 2011 PDVSA no recibió dinero alguno por el 43% de su producción. Pero podría ser mas que eso.

Parte de su producción está actualmente pignorada a China: de los 640.000 barriles diarios que le vende al país asiático (un 34% del total de exportaciones) mas de 264.000 barriles diarios se destinan a pagar la deuda que con él tiene. Por otro lado, unos 200.000 barriles diarios los distribuyen como regalo o en condiciones de pago a muy largo plazo a Cuba, Nicaragua y otros aliados políticos (Cuba se lleva dos terceras partes de la tajada). Y a lo anterior habría que agregarle el equivalente a 750.000 barriles diarios de consumo interno que es prácticamente regalado (de lo cual cerca de un 6% se desvía hacia Colombia).

Lo mas llamativo de todo este cuento es que al tiempo que Chávez debilitaba a PDVSA, se apoyaba crecientemente en sus deterioradas finanzas para sufragar el costo de sus caprichos de gasto, incluyendo aquellos con los cuales compró apoyo popular para su reelección y otras aventuras electoreras en las que se embarcó.

Simultáneamente, su modelo económico, el tan cacareado Socialismo Siglo XXI, acentuó la dependencia del país en el petróleo al destruir o no desarrollar la base productiva de actividades con las que Venezuela podría haber obtenido recursos adicionales. Tal fue el caso de la industria petroquímica, de la agroindustria y muy especialmente de la siderurgia y el aluminio. El caso de la siderurgia es patético: el complejo industrial de la Corporación Venezolana de la Guayana (CVG), que era un generador importante de divisas, está actualmente en una situación de lamentable deterioro tanto desde el punto de vista financiero como de capacidad de producción.

De manera que después de 14 años de gobierno de Chávez la economía venezolana quedó completamente dependiente de una vaca lechera, PDVSA, que rinde mucho menos que en el pasado y que por un creciente endeudamiento ha comprometido su capacidad futura de generar excedentes y de reinversión. Esto en momentos en los que las perspectivas del precio internacional del petróleo son mas negativas que positivas.

No es de extrañar, entonces, que Venezuela haya sido el único país petrolero del mundo que en los últimos 10 años sufrió de masivas devaluaciones, elevadísimas inflaciones, contracciones del PIB, sucesivas escaseces de artículos esenciales de consumo, y disminuciones de sus reservas internacionales de divisas. Tampoco que haya llegado a una precaria situación como la actual en la que cada vez son menos los que están dispuestos a prestarle o a acompañarla con inversiones.  

Incluso desde Rusia, uno de los mas firmes aliados del régimen venezolano, se han escuchado últimamente voces que expresan la importancia de un cambio rumbo en las políticas. Andrei Kuzyayev, cabeza de los proyectos extranjeros de Lukoil, señaló en entrevista a la agencia Reuters en marzo 8 de 2013 que Venezuela podría aumentar su estancada producción en los próximos 5 a 7 años “pero se necesita una situación mas tranquila, mas estabilidad en las reglas de juego y un mejor clima de inversión”. Algo que sin duda era imposible de lograr con Hugo Chávez.