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De manera súbita Juan Manuel Santos perdió su favorabilidad con los colombianos. La gran mayoría considera que las cosas están empeorando.
 
Se trata de la encuesta bimestral de Gallup cuyos resultados se dieron a conocer el 5 de septiembre de 2013. En la historia de esta encuesta el bajonazo de Santos tiene solo un antecedente: el de Andrés Pastrana en 2001 cuando la crisis del Caguán en medio de las anteriores negociaciones de paz con las Farc.

Ahora bien, la encuesta se hizo en medio de una serie de “paros” y disturbios. En realidad, nada del otro mundo para lo que ha sido la tradición en Colombia de este tipo de manifestaciones de descontento social. Pero esta vez fue como si se le llenara la copa a los colombianos con el actual Presidente. Da la impresión que perdieron la paciencia con Santos, al igual que lo hicieron en su momento con Pastrana. Pero, ¿qué diablos sucedió para que se diera este súbito cambio de percepción?

Quizás lo que pasó fue que en medio de tales expresiones de descontento social Santos dio la impresión de haber perdido el control. Hubo un momento en el que una parte importante del país, incluida Bogotá, estuvo al garete, en manos de los vándalos. En su gran mayoría se trató de fletados de la llamada Marcha Patriótica de las Farc que se propusieron obstaculizar el paso en carreteras, destruir vehículos, y saquear locales comerciales y bancarios en las ciudades.

La mayoría de los colombianos no entienden como unos pocos pueden paralizar a un país con la disculpa de una protesta social. Y menos entienden que el gobierno se quede de brazos cruzados mientras unos fletados arrasan con todo lo que encuentran a su paso en manifestaciones como la que ocurrió en pleno centro de Bogotá.

Santos se mostró débil y dubitativo, y eso en la indómita Colombia es pecado capital. Después de todo por lo que han pasado, el mas fuerte de los temores de los colombianos es el de que la anarquía se apodere del país. La institución de la Presidencia es vista como una de las pocas que puede evitar esa catastrófica trayectoria.

Al iniciar las negociaciones de paz con las Farc Santos dejó entrever por primera vez su debilidad. En lo mas recóndito de sus corazones, muchos colombianos piensan que las Farc manipularán a Santos para conseguir ventajas de todo tipo. Sospechan que Santos no tiene la fuerza para domesticar a ese grupo terrorista y encauzarlo por el camino de una convivencia política pacífica.

Los sucesos de desorden público de finales de agosto y comienzos de septiembre simplemente ratificaron esas sospechas. Nada menos y nada mas que el país en manos de “campesinos” y “estudiantes” vándalos fletados por las Farc. Y el gobierno nacional, y casi todos los medios de comunicación, intentando dar la imagen de que se trataba de protestas sociales válidas, cuando de hecho eran primordialmente unos alevosos portadores de pretensiones exorbitantes imposibles de satisfacer.

Por enésima vez se demostró que las manifestaciones de protesta política promovidas por las Farc degeneran en violencia y vandalismo. Que el gobierno nacional fuera sorprendido con los pantalones abajo denota por lo menos una soberana ingenuidad. ¿O será que consideró que las negociaciones de La Habana se traducirían en un abandono por parte de esa organización de sus tradicionales trucos y mentiras?

Como sea, lo cierto es que Santos perdió el aura de gobernante dueño de un incuestionable liderazgo. Tan fue así que en la encuesta de Gallup los colombianos lo desaprueban en todos los aspectos de su gobierno. Por ejemplo, nunca la inflación ha estado en niveles tan reducidos como ahora y sin embargo el 81% de los colombianos desaprueba su manejo del costo de la vida. Y así con todo lo demás.

No obstante que la economía ha empezado a repuntar en los últimos meses, y que el desempleo ha disminuido, el 82% de lo colombianos creen que las cosas están empeorando. Se trata sin duda de un pesimismo irracional que es resultado de un ánimo de exasperación con las últimas actuaciones del Presidente.

La pregunta es si después de semejante bajonazo en su popularidad Santos podrá recuperarse políticamente durante los pocos meses que quedan antes de las próximas elecciones en las que estará en juego su reelección. Después de todo, se prevé que la economía estará relativamente animosa en los próximos meses y no se vislumbran temas abrumadores que puedan afectar de manera inusual la calidad de vida de los colombianos.

Pero se podría concluir que Santos ya no tiene margen para equivocarse en temas complejos como el de las negaciones con las Farc y que de pronto, si el actual estado de ánimo de los colombianos persiste en relación con su liderazgo, su mejor opción sería la de declinar sus aspiraciones reeleccionistas.